REFLEXIONES SOBRE LA SICOLOGIA DEL POBLADOR
Por: Michel Azcueta
Voy a expresar unas ideas a pesar de que no soy sicólogo ni experto en este tema. Lo hago para compartir una reflexión sobre la propia práctica de relaciones directas Con los pobladores de Pueblos Jóvenes -especialmente durante 16 años en Villa El Salvador-, respondiendo a la invitación que nos hicieran llegar los organizadores del Congreso Nacional de Sicólogos de la Universidad Nacional Federico Villareal. Espero que sirvan para fomentar un diálogo posterior y para animarles a conocer mejor este sector de la población, sujeto de estereotipos aceptados demasiado fácilmente incluyendo en una misma categoría a todos los pobladores de Pueblos Jóvenes, sin señalar, a menudo, la profunda riqueza que tanto en su personalidad como en sus relaciones humanas se puede descubrir.
Se habla mucho de «marginalidad» y de «sicología del adulto marginado». Ya el propio lenguaje nos traiciona pues al hablar de «margen» estamos diciendo que el «centro» está en otro lugar y, lógicamente, se tiende a las comparaciones, a idealizar situaciones, personalidades y sicologías. No nos damos cuenta de que los pobladores de PP.JJ., por todas las ciudades del Perú, suman ya más de 4.000.000 de peruanos por lo que, de entrada, habría que preguntarse, si de cantidad se trata, quiénes están al margen de quiénes... Es decir, qué sector de la población debería ser el punto de referencia para hablar de la sicología de la mayoría de los peruanos.
Es cierto que el ambiente hace a la persona. y cuando hablamos de «ambiente» nos referimos tanto a la realidad geográfica y económica como al entorno social, a las relaciones humanas que predominan donde uno nace, crece y que van fundamentando los modelos a imitar y el desarrollo de la propia personalidad. El ambiente en los PP.JJ. es realmente contradictorio, por lo que encontraremos rasgos contradictorios en la sicología del poblador.
Por un lado, tenemos la situación de miseria y pobreza en la cual se vive, tanto como la experiencia de conocer la riqueza y el despilfarro de los otros sectores sociales que un poblador ve cuando atraviesa los barrios residenciales y comerciales de la «otra» ciudad: junto con las dificultades permanentes para sobrevivir. se encuentra la esperanza de contar con un lote, una vivienda, un lugar propio para él y su familia; paralelos al egoísmo y explotación propios del sistema, se participa en jornadas de trabajo comunal, en acciones de solidaridad permanente; junto a la desesperación por no encontrar trabajo, la soledad al deambular por la gran ciudad, se encuentra la amistad y la confianza de los vecinos (un término que va quedando estampado entre los pobladores con un significado tan rico y tan profundo que les invito a analizar en sus investigaciones como sicólogos...).
Es, pues, un ambiente contradictorio que genera actitudes contradictorias: tan pronto se es capaz de gastarse todo su sueldo en una borrachera de fin de semana como se entrega todo para una actividad comunal o en solidaridad con un vecino enfermo; lo mismo se participa en una bronca violenta, con botellas rotas y navajas que se desvive por los niños encerrados en una choza de esteras ardiendo… Estas actitudes contradictorias de parte de un sector mayoritario de la población reflejan, quizás también, las contradicciones del Perú como nación en construcción.
Hay dos aspectos que quisiera resaltar y compartir con Uds. el primero es el «presentismo» en sus relaciones y manifestaciones. El estar acostumbrado a vivir al día, encerrado en su presente, con muy poca interpretación del pasado y poca proyección al futuro. Una situación personal muy comprensible si se tiene en cuenta el entorno económico y social ya señalado. ¿Cómo no se va a encerrar en el presente si no se sabe cómo va a amanecer mañana? ¿Cómo no gozar de una fiesta, hasta de una borrachera, al darse cuenta de que hoy, ahora, tiene algo de plata para gastar? ¿Cómo no pelear y embroncarse si no tiene gran cosa que perder…? Es como un círculo vicioso, como no ser dueño de su destino, de su vida, asumiendo de manera consciente, ya veces inconscientemente, el hecho de que otros son los que dominan la situación y le dominan a él.
El segundo aspecto es lo que nosotros llamamos «experiencias negativas», aquellas que a nivel personal o a nivel de grupo social terminan en un fracaso, desde el más pequeño hasta las grandes catástrofes que pueden ser consideradas históricas para el mencionado grupo social. Cuánta lucha, cuánto trabajo de organización, de movilización para que no se consiga nada… Cuánto esfuerzo para mejorar la situación, para educar mejor a los hijos y terminar viéndolos igualo peor que él… Las experiencias negativas sedimentan una personalidad, un modo de ser, de relacionarse, de desconfiar y de encerrarse más en sí mismos… Se produce el famoso «sálvese quien pueda o la tentación de la violencia desesperada...
Me he referido muy brevemente a estos dos aspectos porque quiero relacionarlos con los aspectos positivos del poblador y. más concretamente, con la experiencia de 16 años del pueblo de Villa El Salvador. En este año mucho se ha hablado de nuestra Comunidad. Se han publicado artículos, nos han otorgado una serie de reconocimientos nacionales e internacionales, pero pienso que muy poco se ha profundizado sobre lo que significa Villa El Salvador para sus propios pobladores, para los propios vecinos comuneros.
No quiero que se entienda que intento idealizar a los pobladores de mi distrito. Al contrario, lo que he dicho como aspectos negativos de los pobladores también se da, y permanentemente, en Villa El Salvador. Pero precisamente para remarcar cómo el medio ambiente forma a la persona y para presentar una posible línea de trabajo de investigación, quisiera recordar lo que tienen de especial los pobladores de Villa El Salvador que, sumándose entre sí y relacionados todos con un proceso histórico concreto, hacen del conjunto de Villa El Salvador una experiencia particular.
En primer lugar, contra ese «presentismo» antes mencionado, en lugar de encontrarse encerrado en el presente, Villa El Salvador, desde su fundación, nace como un pueblo orientado al futuro, como una esperanza asumida socialmente. Villa El Salvador nace planificado desde sus lotes, manzanas, grupos y sectores. Era un auténtico desierto y, sin embargo, en plena pampa se proyectaban calles, colegios, mercados, postas médicas y, más difíciles todavía, zona agropecuaria y parque industrial… como una gran utopía a realizar. Y la organización vecinal -asumida de muy diferente manera que en otros PP.JJ., con objetivos y carácter integrales (la Comunidad Urbana Autogestionaria de Villa El Salvador, CUAVES)- obliga a los pobladores también a mirar hacia atrás, al pasado, es decir, a conocer las causas de la situación que genera la existencia de los PP.JJ.
Se asume, entonces, consciente y críticamente el pasado, se analiza el presente y se intenta construir el futuro... y, todo ello, socialmente, masivamente, hoy en día ya por un colectivo humano de 300,000 pobladores llegados de las diferentes regiones del Perú. ¿Cómo no va a influir este hecho que dura ya 16 años en el ánimo y en la sicología del poblador de Villa El Salvador? Decimos siempre allí que seremos, quizás, un pueblo pobre y explotado pero nunca un pueblo aplastado, sin futuro.
Unido a eso, y en contra de lo que hemos llamado «experiencias negativas», la historia de Villa El Salvador, en su balance de los 16 años vividos, tiene mucho más de experiencias positivas; es decir, de aquellas que terminan en éxito, por muy pequeño que sea, pero éxito, conquista, logro al fin. Se va cimentando una conciencia de su propia posibilidad; lo que el pueblo se propone, lo consigue a través de la organización, participación y movilización. Si se ha conseguido crear una ciudad en un desierto, ¿por qué no podemos conseguir y conducir un parque industrial? Si se ha plantado medio millón de árboles, ¿por qué no podemos crear una zona de producción agropecuaria? Si existen centenares de comedores populares, ¿por qué no vamos a poder construir una sociedad más justa donde el hambre ya no exista?
Es cierto que ha habido y hay altibajos, que todo no es oro y que han existido y existen muchos problemas, algunos de los cuales nunca los vamos a resolver desde Villa El Salvador, pero el promedio, el balance, es más positivo que negativo... y eso se nota ya, felizmente, en la sicología, en la actitud del poblador, niño, joven y adulto de Villa El Salvador.
Y, en tercer lugar, como consecuencia de todo lo anterior, un hecho sico-social importantísimo que sorprende a los científicos sociales: cómo, en una decena de años, miles de familias que no se conocían entre sí, provenientes de los mil y un Perú, con sus tradiciones y culturas propias, han construido una identidad como pueblo. El poblador de Villa El Salvador se identifica como de Villa y, desde hace unos años, todo Lima identifica a Villa El Salvador como una unidad, para lo bueno y para lo malo, pero como unidad. Se ha ido creciendo sin las divisiones que se han dado en otros distritos: Villa crece y no se crea otro pueblo joven diferente: sigue siendo Villa El Salvador... y esta identidad, reforzada por los últimos acontecimientos ocurridos en Villa El Salvador quizás puedan servir de referencia al pensar en el conjunto de la sociedad peruana: la necesidad de una conciencia crítica con una orientación hacia el futuro, la necesidad de dotarse de una identidad y un proyecto nacional y la necesidad de poder avanzar a través de «experiencias positivas», de éxitos y conquistas concretas del conjunto del pueblo peruano. No sé, si estas reflexiones personales de uno que no es experto en la materia puedan alimentar un diálogo y un debate el día de hoy en el Congreso Nacional de Sicólogos.
Al respecto quisiera añadir unas palabras más. Considero que en este Congreso se intenta fortalecer una línea de cambio, al agrupar a especialistas, técnicos, profesionales y dirigentes de diferentes ámbitos en torno al tema de la sicología y al rol del sicólogo en una sociedad que cambia día a día. Personalmente pienso que, por lo general, los propios investigadores sociales, los sicólogos para referirme concretamente a Uds., se analizan muy poco a ellos mismos, se sicoanalizan muy raramente… Me pregunto si, al interrogarse sobre el rol que juegan en la sociedad, asumen o quieren asumir el rol de servir, a través de sus conocimientos, investigaciones y trabajos, al mejoramiento integral de la persona y de la sociedad; si no estarán Uds. Mismos, a veces, encerrados en su propio mundo...
Me pregunto por qué, en las universidades, se estudia y se sigue más la corriente norteamericana o la corriente alemana y no se dedica más esfuerzo a estudiar la sicología del niño, joven y adulto peruanos. No entiendo por qué vienen a los Pueblos Jóvenes a buscar datos, a analizar la situación, a hacer el seguimiento de una persona o de un grupo social y, terminado el trabajo (¡¡terminada la necesaria y famosa tesis de grado...!!), todo se queda en el archivo, en una biblioteca, sin llegar nunca a los pobladores, a las organizaciones populares, a los dirigentes de quienes se han servido para ese trabajo de investigación… No entiendo por qué no contribuyen más, como sicólogos, para que comprendamos por qué nos hemos acostumbrado en el Perú a la violencia irracional, mostrando la gran mayoría de la población actitudes sicológicas dignas de investigación… Por qué no nos ayudan más a descubrir y cimentar los «modelos a imitar» que necesitamos en el Perú para generar un modo distinto de comportamiento nacional que avance a la construcción de una nueva y más justa sociedad...
No sé si considerarán estas últimas reflexiones como un atrevimiento de mi parte… Lo único que les digo es que todos nosotros, en el Perú y para el Perú, necesitamos de Uds. como agentes de cambio desde su propia profesión. Ayúdennos a comprendernos para que comprendamos al Perú y, desde esa comprensión, participemos todos en su transformación y en la construcción de una sociedad donde las taras personales y sociales sean una excepción y no la regla general. En ese camino y en esa tarea, muchos estaremos con Uds.
Villa El Salvador, octubre de 1987
1 comentario
María Cayuela -
Le escribimos desde la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Sevilla para invitarle a participar en el ciclo de conferencias Aula Americana. ¿Podría indicarnos alguna dirección de correo electrónico a la que escribirle?
Atentamente,
María Cayuela
Paco Marqués