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Michel Azcueta

Presupuesto participativo: moda o modelo?

PRESUPUESTO PARTICIPATIVO.

¿MODA O MODELO DE DESARROLLO?

Michel Azcueta
Presidente de la Escuela Mayor de Gestión Municipal
ExAlcalde de Villa El Salvador, Lima, Perú.

Hace un par de décadas, como consecuencia de los avances de la izquierda latinoamericana y de los movimientos sociales de base, se hizo notoria la exigencia ciudadana de participar más directamente en los asuntos públicos, ya no sólo en política, vista desde una práctica partidaria tradicional, sino meterse en la gestión pública, fiscalizando directamente el uso de los recursos, haciendo un seguimiento de las promesas electorales, generando espacios de diálogo y propuestas entre ciudadanos y autoridades y, con todo ello, ampliando y profundizando la democracia.

Como es lógico, todo ello era más fácil lograrlo en los espacios locales por la dimensión de los problemas, por la cercanía a las autoridades locales –más aún si se trataba de autoridades democráticas y progresistas, por la existencia de organizaciones de base con relaciones horizontales, contando con líderes comprometidos con su comunidad y con cierta experiencia y visión de la política y de la sociedad.

En 1984, al crearse la municipalidad de Villa El Salvador, en Lima, Perú, se inició una experiencia particular de co-gestión entre las nuevas autoridades municipales, democráticamente elegidas, y la organización representativa del nuevo distrito limeño, la “Comunidad Urbana Autogestionaria de Villa El Salvador”, CUAVES. Se formaron “comisiones mixtas CUAVES-Municipio” para dirigir Villa El Salvador, se aprobaron en asamblea popular no solo el primer presupuesto sino los tributos que los vecinos pagarían y el destino que había que darle a los mismos, enmarcado, todo ello, en el Plan de Desarrollo Integral, con responsabilidades compartidas, funciones, rendición de cuentas, etc. La de Villa El Salvador fue una de las primeras experiencias tanto de presupuesto participativo como de compromiso ciudadano con los planes de desarrollo, extendiéndose por otras comunidades peruanas y conociéndose esta experiencia fuera del Perú. Villa El Salvador fue galardonada con el Premio “Príncipe de Asturias” a la Concordia.

Unos años más tarde, el Partido de los Trabajadores de Brasil, que comenzaba a tener una presencia significativa en la política del inmenso país latinoamericano, elige como plataforma llegar a los municipios con un modelo de gestión participativa, arropado por las propias organizaciones de base y los líderes gremiales y políticos que asumían una nueva actitud frente al estado, el poder y la democracia en su país. Poco a poco, como es conocido, el PT va ganando elecciones en decenas de municipios del Brasil y será en Porto Alegre donde se reúnan las mejores condiciones para avanzar en la experiencia de presupuesto participativo, realizado con éxito, solucionando muchos problemas de la ciudad.

Por la propia dimensión d Porto Alegre y por la voluntad política de sus líderes, tanto municipales como vecinales y sociales, la experiencia se extiende a muchos otros municipios de Brasil y, desde Porto Alegre, a otros de América Latina y, más tarde, a municipios europeos que, con características propias, desean, también, profundizar la democracia, construir ciudadanía en momentos en que el neoliberalismo y la globalización económica-financiera no dejan mucho espacio para la auténtica participación ciudadana.

El presupuesto participativo es visto, también, como una manera de solucionar necesidades locales y, curiosamente, muchos gobiernos, partidos políticos e instituciones internacionales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Interamericano de Desarrollo, lo asumen como una “pràctica interesante” que vale la pena difundir en documentos y conferencias, poniéndolo de moda cuando se habla de desarrollo local, y separándolo del modelo de sociedad, del modelo de desarrollo y de relaciones sociales democráticas que sustentaban aquellas experiencias.

Por eso, al seguir avanzando en las prácticas de presupuesto participativo en cada una de nuestras comunidades es bueno recordar algunos aspectos fundamentales para acabar con los “mitos” que se han ido creando alrededor del presupuesto participativo.

En primer lugar, como acabamos de señalar, no podemos caer en una simple “moda” sino insistir en el modelo, es decir, en el tipo de sociedad y de democracia que todo ciudadano consciente quiere para su comunidad, para el país y para el mundo. El presupuesto participativo es un instrumento útil para alcanzar esos objetivos superiores. Es útil e importante pero no es un fin en sí mismo sino un instrumento para algo más. Fortalece, en la práctica concreta, el concepto de ciudadanía, con derechos y obligaciones ante la sociedad y ante el Estado, tocando directamente un aspecto neurálgico como son las finanzas públicas que, en todas partes provienen de los bolsillos de ciudadanas y ciudadanos. Con ello, se insiste en el carácter simplemente administrativo que tienen las autoridades (no sólo las locales...) que han recibido un mandato popular y que deben ser permanentemente fiscalizadas por sus electores y, además, orientar dichos recursos hacia las prioridades que los propios vecinos definen. Pero, insistimos, no puede quedarse ahí: es un instrumento para continuar experiencias participativas en otros niveles de gestión y de la sociedad.

Por ello, en segundo lugar, no se puede reducir la experiencia de presupuesto participativo a asuntos pequeños, de barrio, de calle y a unas cantidades más o menos significativas. No podemos aceptar el mensaje que algunos difunden de “empoderamiento” ciudadano en pequeños niveles y áreas de la gestión pública, dejando “lo grande” para las grandes corporaciones, los núcleos tradicionales de poder ya sea políticos, económicos, tecnológicos o comunicacionales... Es una trampa en la que no podemos caer. Si se participa en lo pequeño, en lo local, podemos y debemos participar en lo grande, en lo nacional y en lo mundial. Es bueno y útil sentirnos ciudadanos de pleno derecho en nuestra comunidad local pero, en pleno Siglo XXI, somos, también, ciudadanos del mundo y tenemos derecho a participar en las otras decisiones que, más allá de nuestra ciudad, influyen muy directamente en nuestras vidas. Así entendemos el mensaje del Foro Social Mundial de Porto Alegre “Otro Mundo es posible”, como una dimensión natural de las primeras experiencias de presupuesto participativo.

Y, en tercer lugar, hablando especialmente desde América Latina, conviene recordar, insistir y hasta gritar a viva voz que la participación, la ciudadanía, la solidaridad y, más concretamente, experiencias como la del presupuesto participativo, no surgen simplemente de la pobreza y de la miseria de nuestras localidades, no surgen de la simple necesidad de la gente... si así fuera, como lo hemos señalado en otras ocasiones, Africa sería un paraíso..!! No se trata de una experiencia de los pobres y para los pobres... La participación, la solidaridad nacen de la conciencia como ciudadanos y ciudadanas, de la visión y compromiso con una sociedad más justa, de la práctica de unas relaciones sociales distintas de aquellas que promueve el actual modelo económico mundial; nacen del convencimiento de que todos, absolutamente todos, los seres humanos podemos vivir con dignidad.


Avancemos, pues, en la práctica del presupuesto participativo y de los planes participativos de desarrollo integral fortaleciendo una nueva visión de la sociedad y del mundo en el Siglo XXI. No caigamos en una moda sino construyamos el modelo de desarrollo diferente que todos queremos, convencidos, realmente, de que otro mundo es posible.


Villa El Salvador, Lima, Perú
Sevilla, Andalucía, España
Noviembre, 2004.




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